Monday, November 28, 2016

Quién Soy En Medio De Una Situación Difícil

Mi cara seria en el 2010

En la vida se experimenta mucho dolor. Son muchas las decepciones por las que una(o) pasa. Si somos honestos con sí mismos, también aceptaríamos que los momentos de tristeza son balanceados con los momentos de felicidad. Nunca vivimos totalmente en uno u otro.

La verdad es que muchas veces pareciese como si los momentos tristes son más abundantes que los momentos felices, pero no es cierto. Cuando pasamos por un momento difícil, solemos sentirlo todo, nos quejamos de todo y lo lloramos todo. Cuando tenemos momentos felices, decidimos preocuparnos por cómo y cuándo van a terminal. Muchas veces tampoco disfrutamos de esos momentos porque no sabemos ser agradecidos.

Por qué estoy hablando sobre esto? Porque estoy pasando por un momento difícil en estos momentos. Esto me ha hecho reflexionar sobre varias cosas que enlistaré debajo:

1) La situación difícil no es tan devastadora como la quiero pintar.

A finales de Mayo, estuve en la peor situación de mi vida. Yo y el hombre con quien pensaba casarme terminamos nuestra relación. Esto también sucedió en el peor momento de mi vida. Nunca había sentido tanto dolor. Estaba tan mal que no sentía ninguna empatía por nada, ni por nadie. Era como una zombi. Ni siquiera tenía ganas de comer. Ese fué el peor momento. El Señor Jesús tuvo que reconstruir mi vida totalmente. Estoy aquí 6 meses después; viviendo una vida mucho mejor que la que viví antes de terminar con mi ex.  

Desde entonces, he tenido otros momentos difíciles. Cada vez que quiero quejarme y hablar de lo mal que están las cosas, siempre recuerdo cómo estaba en Mayo, y me río. Si yo pude sobrepasar ese momento difícil, puedo sobrepasar cualquier cosa. De este modo, he aprendido a recordar de dónde Dios me sacó. Pensar en esto es muchísimo mejor que pensar en donde quiero estar o en donde no estoy.

2) Es mejor pasar por un momento difícil con Dios que sin El.

Ustedes no se imaginan en qué malas condiciones estaría mi vida si me hubiese quedado donde estaba por mi cuenta. Creo que nunca más hubiese salido de mi casa. No tendría ninguna emoción. Tal vez hubiese empeorado hasta el punto de adquirir una enfermedad mental. 

Cuando estuve pasando por ese momento, solo quería estar acostada y dormir todo el día. De vez en cuando lloraba pero por lo general, no tenía otra emoción. Estoy segurísima de que estoy donde estoy por la gracia divina y la bondad de Dios. 

Este proceso ahora se repite en cada momento difícil en mi vida. Cada vez que quiero rendirme, decir o pensar cosas con ira, etc. el Señor dulcemente me hace retractar. Me cambia la manera en que pienso y siento. El lo hace todo. Pero yo decido si le cedo mis pensamientos y sentimientos a El. 

Y saben qué? Es muchísimo mejor pensar y sentir a la manera de Dios en vez de hacerlo a mi manera.

3) Tengo la capacidad de regocijarme durante los momentos difíciles así como me regocijo en los momentos de felicidad.

Mi ejemplo para todo es Jesucristo. 

Jesucristo supo cuánto tenía que sufrir y aún así se regocijó. Se regocijó antes y después de sufrir. A Jesús le encantaba asistir a todo tipo de eventos. El atendía bodas, fiestas, cenas y visitas espontáneas. Pero Jesucristo también sabía sufrir. Jesucristo era disciplinado. El se iba a las montañas a orar. El le lloraba al Padre. El se dejaba sentir toda su tristeza, aunque lo hacía con el Padre.

Jesús sufrió y se regocijó porque vió más allá del presente. De esta manera yo también quiero sufrir. Yo no quiero fijarme en las dificultades presentes. Yo quiero enfocarme en los triunfos futuros. Las cosas que estoy viviendo no son nada comparadas cob las cosas que vendrán:

"Pues no tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros." Romanos 8:18

Cuando pienso y siento de esta manera, todo cambia absolutamente. Soy más feliz. Soy más contenta. Soy más sabia. Pero eso no es todo: También soy más fuerte.

4) No se trata de mí.

Las cosas fueran tan diferentes si el mundo diera vueltas alrededor de mí. (Tomaré una pausa para darle gracias a Dios que el mundo no gira alrededor de mí!) 

Cada vez que me enojo porque las cosas no suceden a mi favor, se está revelando el egoísmo en mi corazón. Cuando quiero actuar de una manera iracunda sin considerar a la otra persona, estoy demostrando que no me importa la otra persona. Por qué es más importante reclamarle a la otra persona, con la posibilidad de herir sus sentimientos? No debe ser más importante amar a esa persona a pesar de lo mal que me sienta? No es mucho mejor decirle cómo me siento después de haber orado y haber rendido mi corazón ante el Señor?

No se trata de mí. No se trata de lo que yo quiera. Se trata de lo que el Señor quiera, cuando El lo quiera y como El lo quiera. Se trata de los millones de personas que aún no conocen del amor de Jesucristo. Se trata de amar a Dios con todo mi ser y amar al prójimo como a mí misma. (Marcos 12:30-31

No. No se trata de mí. Y cuando pienso de esta forma, estoy llena de gozo. Estoy llena de paz. Estoy llena de amor y sabiduría. Así quiero estar siempre, pase lo que pase.

Entonces, Qué crees tú? Cual es la mejor manera de pasar por una situación difícil? Es mejor pasarla a tu manera y tener una actitud egoísta? O es mejor pasarla a la manera de Dios, llena de gozo y sabiduría? Tú decides.

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